F Mes del Sagrado Corazón ~ Ministerio de Música Romanos 8.35

La luz del Santo nos cubrió y nos saco de las tinieblas.

miércoles, 2 de junio de 2010

Mes del Sagrado Corazón


¿Conoces al Corazón de Jesús?


¿Cuándo conozco a una persona? ¿Cuando me la presentan y me dicen su nombre y apellido? ¿Cuando convivo con ella un par de días... ¿Cuándo la conozco realmente tal cual es? La gente sensata me responderá: cuando conoce usted sus sentimientos íntimos, o sea, su corazón...

¿Qué es corazón?


Es curioso. El corazón es un músculo: es una bomba impelente – expelente que sincrónicamente setenta veces por minuto manda un chorro de sangre por nuestras arterias a todos los rincones del cuerpo.

Anatómicamente no es más que eso. Pero todos sabemos que allí repercuten todas nuestras ambiciones y sentimientos. ¿Me enojo? Y allí está mi corazón palpitando aireado. ¿Algo me da miedo? ... y me llevo la mano al pecho como si temiese que mi corazón dejase de palpitar. ¿Quiero a alguien?... pues, aunque trate de disimular, mi corazón me traiciona: él hace brillar la mirada colorear las mejillas, y entrecorta la respiración...

El mismo lenguaje nos recuerda a veces el corazón: «No tiene corazón». «No he visto corazón tan ruin...» o al contrario: «Es un gran corazón...»

También en el Evangelio encontramos parecidas referencias. Allí se dice que «María guardaba su recuerdo en su corazón». O que Jesús « se conmovió en su corazón...». Una y otra vez aparece en los libros santos esa misma palabra repetida para indicar un sentimiento, una emoción, una decisión.

Pero sobre todo sirve para indicar el amor. Desde la lejana antigüedad los hombres han grabado en los árboles corazones atravesados por flechas como símbolo de la vida y del amor.

El golpe más certero para matar es atravesar con la espada el corazón. El Evangelio hace hincapié en que le atravesaron su Corazón con una lanza. Allí quedó vibrando como para indicarnos cual había sido el motor impulsor de su vida y de su redención: el amor que hacía palpitar su corazón.

Para entender el Evangelio


Nosotros no entenderemos el Evangelio mientras no lo leamos tratando de descubrir los sentimientos de Cristo. De lo contrario es una historia fría y sin vida. A través de su corazón comprendemos su verdadero sentido.

Y la entenderemos mucho más en la medida que comprendamos que su corazón palpitaba por nosotros. Y que ese corazón no ha muerto, y que hay un secreto inmensamente precioso en él.

Es el secreto del amor. El principal mandamiento de Cristo. El más difícil, pues casi nadie lo ejercita. El que es resorte y termómetro de los demás... y que Él quiere que cumplamos como ÉL lo cumplió: «Un nuevo mandamiento os doy –decía en la última cena- que os améis los unos a los otros como Yo os he amado...»

Un nuevo mandamiento


¿Dónde está la novedad de ese mandamiento? En el modo: « como Yo»... Hay que vivir de nuevo la vida de Cristo. Hay que mirar a los hombres como Él los miraba... hay que hacer palpitar nuestro corazón sincrónicamente con el suyo...

Por eso la Iglesia nos pide que tributemos culto a Jesús en su Corazón, para que desentrañemos sus misterios, para que nos emocionen sus emociones, y seamos capaces de amar sus amores...

¿Qué ama el Corazón de Jesús? –pues, a los hombres. Nos vino a redimir, vino a entregarnos su vida: a dejar clavar en una Cruz, a dejar que alguien le atravesase su Corazón con una lanza.

Pide una respuesta


Esto es lo que ha hecho Jesucristo por nosotros. La devoción y culto al Corazón de Jesús, pide una respuesta nuestra a ese amor infinito a ese amor inmenso. La repuesta pide una entrega confiada: la consagración. O un deseo de resarcir: la reparación...

¿Qué es el culto y devoción al Corazón de Jesús? –es conocer a Cristo en su Corazón, es imitarlo en su amor. Es entregarse a Él en la consagración, es dedicarse a curarle sus heridas en la reparación, pero sobre todo, es amar, amar, amar... como Él nos amó...

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